martes, 29 de septiembre de 2009

El Che, el solidario


“Todos somos independentistas y nos corresponde a todos luchar por la independencia”, Filiberto Ojeda Ríos

A 4 años del despiadado asesinato a manos del FBI del líder independentista puertorriqueño, Filiberto Ojeda Ríos; reproducimos su último mensaje como un humilde homenaje en su honor y para decir que su trompeta aún sigue sonando en los corazones de los pueblos América.

Con Bolívar, Martí, Albizu, Guevara, Filiberto nos sigue alumbrando desde la ventana de su Caribe amado, soñado y rebelde. Con él la lucha sigue.

“Todos somos independentistas y nos corresponde a todos luchar por la independencia”

Han pasado ciento cuarenta años desde que la hermandad antillana través de la Junta Republicana de Cuba y Puerto Rico, establecida en la ciudad de Nueva York, conspiraba para fraguar no sólo este grito nuestro, sino también el Grito de Yara, que en Cuba se desatara unas semanas más tarde.

Nuestro Grito de Lares constituyó un sólido avance a lo que ya se había convertido en tradición de lucha libertaria que desde muchas décadas antes había tomado cuerpo en nuestro general Antonio Valero de Bernabé al lado de Simón Bolívar con la eterna conspiradora desde el clandestinaje que fue María de las Mercedes Barbudo, con los patrióticos hermanos Vizcarrondo, con Segundo Ruiz Belvis, Eugenio María de Hostos, con tantos otros puertorriqueños cuyos nombres no son tan conocidos, cuyo compromiso libertario fue forjando el camino de la Patria.

Ya desde poco antes del Grito de Lares, Ramón Emeterio Betances tuvo que hacerles frente a unas tendencias de carácter reformista que hacían mucho más difícil la lucha gestadora de la revolución libertaria. Lo hacía con firmeza, pero con la caballerosidad y respeto que imponía su condición revolucionaria y en la cual la ofensa personal y el insulto no tenían cabida. En otras palabras, en nuestra tradición de lucha también se forjaron unos estilos de conducta para los revolucionarios y patriotas, estilos que abrían puertas a la comunicación entre aquellos que promovían tendencias contrarias a las ideas betancinas, siempre manteniendo con firmeza la fidelidad a las concepciones libertarias revolucionarias. El Grito de Lares, cuya victoria fue la profundización de nuestra tradición de lucha, fue ejemplo de ello.

Esa tradición de lucha patriótica fue tomada por Pedro Albizu Campos y elevada a niveles de grandes sacrificios, de seria combatividad, de esperanzas y de fe en la victoria. Ésa es la esperanza y fe en la victoria que quedó consolidada en la consciencia de todos los puertorriqueños, incluyendo a aquellos que por temores o intereses confundidos, aún se mantienen como observadores. La realidad que enmarcaba la lucha cuando Betances lanzaba su grito en Lares, era una de esclavitud, de libreta de jornaleros, de componte, de miseria y hambre, de indigencia, de educación inexistente, de insalubridad y sobre todo de falta de libertad, de falta de soberanía nacional para resolver todas esas necesidades. Se trataba de hacerle frente a un colonialismo aplicado, con toda su brutal magnitud y criminalidad y para el cual la independencia, como en la actualidad, era la única alternativa. La realidad que enmarcó la lucha de Don Pedro Albizu Campos era muy similar a la que sufría nuestro pueblo durante la época de Betances, pero de aplicación de mecanismos coloniales, de explotación y deformativos diferentes. Don Pedro le hizo frente a posiciones de vida infrahumana para la mayor parte de la población puertorriqueña. Le hizo frente a los abusos contra los obreros de la caña y obreros en general, a la institucionalización del mantengo; a la utilización de nuestra nación para experimentación, tanto de uso militar como de medicamentos; que iban inventando y probando en nuestro pueblo a la esterilización engañosa y forzosa de la mujer puertorriqueña; a los ensayos con las políticas de mantengo, con fines enajenantes; a la conversión de nuestro territorio nacional en una gran base militar; a la imposición del servicio militar obligatorio que conducía a nuestros jóvenes a guerras inmorales y sujetos a ser muertos, heridos o sencillamente mutilados, tanto física como mentalmente. Todo ello en guerras que han desatado en el mundo, para consolidar sus intereses capitalistas y políticas hegemónicas.

Pero, también, don Pedro tuvo que hacerles frente a unos sectores criollos serviles a los colonialistas al igual a que aquellos que, siendo independentistas, soñaban que a través de la aplicación de tendencias reformistas o electorales, la independencia era posible. Sin embargo, al igual que durante la época de Betances, esas tendencias ayudaban en la consolidación del sistema colonial imperante, naturalmente, sin proponérselo. Aun cuando don Pedro desarrolló su lucha en tiempos de profundas crisis económicas, los reformistas, con el entonces independentista Luis Muñoz Marín a la cabeza, les sacaron las castañas del fuego a los colonialistas. Ése fue un gran servicio prestado que produjo cambios en la aplicación del colonialismo en nuestra patria, pero que lo consolidó, en condiciones favorables para los explotadores.

La etapa contemporánea que vivimos y que comenzara con el establecimiento del Estado Libre Asociado, modificó la forma colonial de vida, legalizaron ahora y con un ilegítimo y falso sentido de consentimiento, la explotación económica colonial que ha eliminado nuestra producción agrícola y nos ha convertido en mercado de consumo de productos agrarios procedentes de Estados Unidos , legalizaron, mediante una supuesta defensa común, la aplicación del servicio militar obligatorio, forzando a nuestra juventud a participar en sus guerras de agresión y saqueo. Ahora, los colonialistas introducen a sus llamados reclutadores, que más bien son abusadores y pervertidores de menores, para inducir a nuestros jóvenes a que aprendan a matar y a participar en sus sucias guerras y ya van cuatro grandes guerras, como las de Corea, de Vietnam, de Afganistán y de Irak, además de las numerosas guerras casi invisibles pero que, como guerras imperialistas al fin, son inmorales y de rapiña. Ahí tenemos la invasión que se hizo sobre el territorio hermano de la República Dominicana en los años sesenta. Ahí tenemos la invasión sobre el territorio de Granada. Ahí tenemos la intervención en Panamá, donde asesinaron a miles de seres humanos. Ahí tenemos sus incesantes agresiones criminales contra nuestra hermana República de Cuba, contra Nicaragua, contra Guatemala y ahora contra la República Bolivariana de Venezuela. Han hecho uso de nuestro territorio como bastión militar, como les ha dado gusto y gana, experimentando con sus armas biológicas y de exterminación masiva y todo ello con el supuesto consentimiento legalizado de lo que fue la reforma mayor que es el ELA. Se han apoderado del comercio interno puertorriqueño, arruinando a los nacionales, con la instalación de sus grandes centros comerciales y megatiendas. Se han convertido en los controladores y dueños de nuestra industria, con sus farmacéuticas y fábricas de productos electrónicos. Han destruido de manera premeditada nuestra autoestima como pueblo, mientras fortalecen un sentido individualista, desvalorizando el espíritu colectivo como nación. Ahí, reside el fundamento psicológico de la gran división existente en todo nuestro pueblo.

Mientras somos víctimas de todas estas inmorales agresiones, los independentistas, que tenemos que ser los que ayudemos a profundizar en el pueblo la consciencia patriótica defensiva y salvadora de nuestra nación, caemos en trampas dedicando muchos esfuerzos a tonterías divisionistas, mientras en Wáshington se mueren de risa. Sin lugar a dudas, en el seno de las fuerzas patrióticas de nuestro pueblo existen diversas tendencias ideológicas y concepciones de lucha. Eso es natural. Tiene que ser así porque el independentismo en su heterogeneidad clasista tiene que responder conforme a lo que son los intereses de cada componente social patriótico. Los trabajadores, que constituyen la inmensa mayoría de nuestra nación, tienen unos intereses muy particulares. Los comerciantes y sectores de la pequeña burguesía puertorriqueña tienen otros. Y aun aquellos sectores de profunda conciencia puertorriqueñista y que son intelectual y materialmente privilegiados, pueden proyectar otras tendencias.

Quizás éste no sea el momento para analizar esta realidad particular, por su complejidad. No obstante, existe algo en común entre todos los sectores sociales que he mencionado, y es que todos somos independentistas. Es por eso que existe un partido independentista que cree en la participación electoral. Es por eso que existen sectores independentistas que creen en la legalidad, y es por eso que existen sectores obreros que también son poseedores de sus propias concepciones de orientación de naturaleza socialista. Igualmente, es por eso que existen fuerzas que organizamos la lucha anticolonial desde el clandestinaje. Todos tenemos una visión y entendimiento de nuestra realidad colonial determinada por unos objetivos finales al igual que por esos intereses de clase. Ésa es parte de nuestra realidad. Pero lo más importante, lo tácticamente y estratégicamente fundamental, es que todos somos independentistas y nos corresponde a todos, luchar por la independencia. Ahora, lo que hagamos cuando nuestra patria sea libre y soberana lo podemos discutir al triunfar, cuando hagamos nuestra Asamblea Constituyente para definir nuestro sistema político, económico y social. Pero ahora tenemos que luchar juntos, cada uno de nosotros en el espacio que entienda como el correcto para el desarrollo de sus ideas. Lo menos que podemos hacer todos es intentar comprendernos y respetar esos espacios, lo que no quiere decir que estemos exentos de opinar respecto a nuestra particulares concepciones y hacerlo con el mayor respeto y en el foro que pueda ser creado para esos debates ideológicos del futuro, igual que saber llevar nuestras concepciones a quien tiene la última palabra, que es nuestro pueblo. Aunque tengamos diferencias con el camino escogido por cada sector podemos expresar nuestra ideas y nuestras preocupaciones ideológicas a los hermanos que están como todos lo estamos, en la obligación patriótica de fomentar el espíritu libertador de nuestro pueblo, en el foro que, conforme a los criterios de cada cual, han determinado como arena de lucha política.

Algunos compañeros han escogido de hacer su trabajo en la Asamblea Legislativa. Pero nos sentimos en la obligación patriótica de recomendar que hagan uso efectivo de ese espacio que han elegido para que sus luchas conviertan ese foro de inmoralidad en uno de fuerte crítica a los ladrones y lleven ese mensaje directamente al pueblo en todos los municipios en los cuales tienen a sus correligionarios. Ahí no puede existir ni el amiguismo ni el oportunismo para lograr mayores fondos y beneficios económicos. Aprendamos de Don Pedro, que se lleve la voz del afrentamiento de ese centro de corrupción y de saqueo de los fondos generados de ese pueblo trabajador, que a nuestro juicio, por consiguiente, están en la obligación de llevar el mensaje de la verdad además a ese foco de corrupción y sobre todo directamente al pueblo. De lo contrario, es prácticamente convertirse ante los ojos del pueblo en cómplices de esa realidad y no me cabe duda de que ése no es el objetivo de esos hermanos y patriotas independentistas. También tienen el deber de movilizar al pueblo en demanda de una mejor legislación sin componendas, que desvían al pueblo de los objetivos reivindicativos. De no ser así, entonces, para qué tener el privilegio de estar ubicados en todos los municipios de nuestra patria.

Otros hermanos de mayor amplitud y alcance político en su compromiso patriótico, por su intenso historial de lucha y activismo pasado, conocen perfectamente cómo el pueblo de manera espontánea, ese pueblo que se ha llamado sociedad civil, reclama sus derechos para bien de la patria. ¿Cómo no organizar una movilización masiva en apoyo a esa heroica madre Toña Santiago, que teme por la vida de su hijo en Irak y reclama justicia para evitar que otras madres sufran del dolor que ella, y todos nosotros con ella, hemos sufrido por la amenaza a la vida de su hijo al igual que todos los hijos de la gran familia puertorriqueña? ¿Cómo no apoyar activa y firmemente la acción de dos mujeres valientes, Marta Villaizán y Aleida Centeno, que se han lanzado prácticamente solas en una campaña denunciativa de lo que es un intento de privatizar y robarse el agua de nuestra patria y de la experimentación de El Yunque? Son tantos los males que afectan a nuestro pueblo, que no nos cabe duda sería un aporte de gran valor patriótico el poder trabajar con esos sectores elevando su nivel, –no de conciencia, porque la tienen y creo que a veces con mayor profundidad que la de los que tenemos responsabilidad de liderato– sino organizativo, para que coordinen su quehacer de manera colectiva y firme para reclamar sus derechos violados.

Específicamente, y con mucho respeto, queremos aprovechar la oportunidad para solicitar a todas las organizaciones que trabajan en la exigua legalidad para sugerir la colocación de tres asuntos entre sus prioridades de trabajo educativo y de movilización. En primer lugar, el llamado a estar atentos a los federales en sus movidas en el lugar de residencia de Yukiyú, nuestro altivo Yunque de Luquillo. Ahora, por supuesta petición de un grupo de traidores, como Fortuño y la archifascista y ex cubana Ileana Ros-Lehtinen, han colocado al Yunque bajo el control de los federales y cuando los federales se encargan de algo como lo hacen con el mecanismo controlador de Pesca y Vida Silvestre en Vieques, algo se traen. Nosotros expresamos con firmeza que el Yunque es nuestro, no se atrevan a tocarlo. Igualmente es fundamental ofrecer y movilizar a nuestro pueblo para evitar ese robo descarado y atropello contra la propia existencia de todos los puertorriqueños que es la privatización del agua y su entrega a los colonialistas yanquis, que es lo mismo que intentan hacer con todas las fuentes de agua en nuestra América. En tercer lugar, es vital que todos nos unamos para apoyar la lucha antimilitarista y reforzar a esa madre boricua que lo único que desea es salvar la vida de su hijo al igual que la de todos los jóvenes boricuas que de manera engañosa han sido inducidos u obligados a entrar al ejército yanquis y a pelear en Irak, asesinando a un pueblo inocente que lucha por su total soberanía y autodeterminación. A todos los independentistas unidos ofrecerles el apoyo, estaremos salvando nuestra juventud y por ende a la patria.

A veces escuchamos quejas criticando al pueblo por que no ha sido capaz de lanzarse a la calle para protestar contra tanta inmoralidad pero ¿qué hemos hecho los independentistas para que eso pueda suceder? ¿Cómo es posible que le echemos la culpa al pueblo por lo que no hacen los independentistas, que se suponen seamos los más conscientes y comprometidos? No hemos sido capaces de crear las condiciones de educación en la acción, acaso ¿hemos estado junto al pueblo? Cada uno de nosotros tiene que reflexionar al respecto.

Es por eso que hacemos un amplio llamado a los hermanos del PIP a activando sus denuncias en la Legislatura. Educando y con el pueblo, a los hermanos y hermanas del MINH en la denuncia de la inmoralidad del sistema en defensa de todos nuestros derechos y con el pueblo. A los hermanos y hermanas socialistas con los obreros, con la nación, y con el pueblo. Los Macheteros estaremos insertados en esos procesos como lo hemos estado como retaguardia defensiva y también apoyando los esfuerzos organizativos de nuestro pueblo en lucha; a quienes lo hacen desde la legalidad, como retaguardia defensiva y también organizativa de nuestros obreros, organizados como retaguardia defensiva de nuestra nación, tal y como nos ha caracterizado y todo conforme a lo que es la letra de nuestros respectivos programas patrióticos. Así nos encontraremos en el camino y al decir de Antonio Machado, se hará camino al andar. Y el proceso de unidad patriótica y revolucionaria, ejecutado correctamente, abrirá camino a la unidad fundamental, que es la unidad que el propio pueblo va forjando en torno a nuestro futuro.

Compañeras y compañeros, en nuestra América soplan vientos de libertad. Los puertorriqueños sentimos en nuestro espíritu patriótico, los efectos de esos aires generados por la fuerza que emana de la República Bolivariana de Venezuela, al igual que de nuestros próceres, de nuestra historia mancomunada con la patria de Bolívar, la de Martí, la de Luperón, Toussaint Louverture, de una tradición de lucha amarrada por la sangre generosa de miles de mártires latinoamericanos y puertorriqueños. Venezuela, con el presidente Hugo Chávez Frías a la cabeza y Cuba, con el Comandante Fidel Castro, están abriendo los caminos de esa unidad latinoamericana y caribeña. Los puertorriqueños que hemos luchado hombro con hombro con los hermanos caribeños por su libertad, con Simón Bolívar hace dos siglos, con Máximo Gómez y José Martí, cuya manigua cubana fue regada con nuestra sangre boricua, nos hemos ganado ese derecho a formar parte de lo que somos: latinoamericanos con identidad propia, la identidad borinqueña. Todos los hermanos reconocen nuestro derecho, porque somos iguales, hablamos el mismo idioma, nuestras culturas, con sus pintorescas diferencias, se complementan, tenemos una historia común de lucha solidaria y porque ese espacio nos corresponde por natural pertenencia.

Las puertas están abiertas y el futuro, tanto económico como político y social, estaría asegurado si logramos liberarnos de este yugo criminal que ha impedido durante tantos años, que podamos regir nuestro destino en unión a nuestros hermanos latinoamericanos.

Ante eso, en este día memorable, recordemos a nuestro Betances, a nuestro Ruiz Belvis, a nuestro querido Albizu y sigamos el camino por ellos señalado gritando ¡Qué viva Puerto Rico Libre! ¡Qué viva la unidad independentista! ¡Qué viva la unidad latinoamericana! ¡Hasta la victoria siempre!


* El texto anterior es la transcripción íntegra del mensaje grabado de Filiberto Ojeda Ríos, Responsable General del Ejército Popular Boricua – Macheteros, que se escuchó en los actos del Grito de Lares, el pasado sábado 23 de septiembre de 2005, poco antes de que fuera cercado y asesinado por efectivos del FBI, en su residencia en Hormigueros.

viernes, 18 de septiembre de 2009

La reforma constitucional y final del articulo 30

Por Tahira Vargas

Soy de las que pienso que lo que ha ocurrido con el articulo 30 no es solo negativo para nosotras y nosotros los que propugnamos por un cambio social en nuestro pais. Hay muchos elementos positivos y negativos que nos sirven de aprendizaje y reflexion en este proceso de lucha hacia unas relaciones de igualdad y de derechos para las mujeres, ninas y adolescentes que residimos en RD.

Elementos negativos:

- Se aprobo el articulo 30 que generara un aumento en la mortalidad materna como
ha ocurrido en Nicaragua y que por tanto las mujeres en nuestro pais no estamos seguras. Sobre todo aquellas de los sectores mas vulnerables que no podran costear una garantia de sus vidas ante el riesgo de muerte frente a un embarazo de alto riesgo

— Las ninas y adolescentes estaran en mayores condiciones de riesgo de muerte frente a situaciones de violaciones y embarazos que arriesguen sus vidas

— Las adolescentes y jovenes que podian evitar un embarazo con el uso del DIU o de la pastilla “del dia despues” no podran utilizarlo o tendran que pagar muy caro para conseguirlos por las vias “ilegales” por tanto no estaran accesibles para las mas pobres

— En definitiva es una sentencia de muerte para muchas mujeres, ninas y adolescentes y un retroceso en las garantias de salud sexual y reproductiva en los espacios y logros obtenidos hasta ahora. IGualmente en el uso de metodos para garantizar fertilizacion en parejas sin hijos.

Lo positivo:

— La lucha por los derechos de las mujeres creo un espacio de debate y de reflexion en el pais a traves de los medios de comunicacion, tertulias, charlas y dialogos informales con impacto que supera los espacios que teniamos hasta el momento. Nunca antes el tema del aborto se habia debatido abiertamente en el pais con miradas diversas y abiertas desde la perspectiva del derecho de la
mujer a decidir. El miedo a tratar el aborto y la mortalidad materna rompio con su velo de oscuridad y tabu y se planteo abirtamente. Es un logro.

—- Nninguna manifestacion vinculada a los derechos de las mujeres habia logrado el apoyo de diversos sectores, organizaciones, y personalidades profesinoales y de los medios de comunicacion como lo genero este proceso. Las marchas y manifestaciones con una alta presencia de hombres es un hito en el pais. Recordemos las marchas contra la violencia de genero y otras inculadas a los temas de genero que solo participaban mujeres, ahora fue muy diversa la participacion incluyendo hombres, gays, transexuales, profesionales, remios…

—- Por primera vez se produce un fuerte enfrentamiento publico contra la jerarquia eclesiastica y en forma transparente. El miedo que existia a lo que “el cardenal diga” o “haga” fue cuestionado publicamente por un grupo de intelectuales y comunicadores sociales. Perdimos el miedo al cardenal y a su poder. Un ejemplo de ello fueron los resultados de la encuesta Gallup que nos presenta una poblacion que a pesar de ser catolica, difiere de su maximo dirigente.

Creo que no podemos bajar la cabeza y decir “perdimos” ahora mas que nunca tenemos que seguir el camino que iniciamos y pensar que no es tan facil enfrentar el poder economico, politico y religioso. Es un proceso en el que tenemos que educar y generar rupturas chin a chin hacia la justicia social y la equidad.

Abrazos

Tahira Vargas

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mas allá del factor racial en las discotecas



Por Hecmilio Galván
Email: triunfaremos@gmail.com
09 de septiembre de 2009

Entre los más jóvenes, e incluso a nivel toda la sociedad dominicana, el tema de las discotecas y clubes nocturnos y su caprichosa “política” de admisión, resulta relevante, motivo de acaloradas discusiones y una preocupación cotidiana por las noches en los momentos de juerga, pero honda, cuando expresa en ella más de cinco siglos de dominación social amparada en criterios raciales y sociales.

No es para menos, en un país donde la inmensa mayoría de sus ciudadanos tengan tan marcada herencia africana y tan cercana la negritud, que se demuestre que los lugares nocturnos utilizan criterios raciales para impedir la entrada de clientes, no puede provocar otra cosa que alarma, por no decir repugnancia.

Pero la negritud, como criterio de exclusión en la República Dominicana, sirve cuando es asociada o representativa de otros criterios o razones sociales. En la mentalidad dominante, lo negro está asociado a lo feo, a lo barrial, a lo pobre, a lo popular, etc., por lo que es utilizada como indicador de probabilidad de vinculación a estas circunstancias.

Cuando impiden la entrada a un/a negro/a en una discoteca dominicana, los propietarios lo hacen también para impedir (a priori) la entrada de un/a pobre. Negros y negras de situación económica acomodada, que lo demuestren físicamente, no tendrán presumiblemente mayores problemas de acceso.

Los propietarios de centros nocturnos, que trazan una política discriminatoria, lo hacen alegando la premisa de “proteger” su clientela, no sólo de riesgos de una supuesta inseguridad causada por el shock cultural de la mescla de clases sociales y territorios distintos, con alcohol y euforia, si no también, de protegerla desde la perspectivas de su preferencia. La idea base es que los clientes (particularmente los de ingreso elevado) eligen o prefieren el tipo de público con los cuales desean compartir los momentos de diversión, todo eso basado en prejuicios de diferentes orígenes y expresiones. Por tanto, según los propietarios, de no aplicar estos criterios, perderán su clientela en una burda competencia por quien genera el espacio más “chic”, “exclusivo”, “vip”, de todos.

Por un lado, es comprensible el deseo que tengan, tanto propietarios como clientes, de preferir un tipo de público por razones de ingreso o extracción social, pero ese deseo o capricho no puede reñir o superponerse al ejercicio de los derechos humanos o a los derechos de los usuarios.

En una sociedad basada en un Estado de Derecho, los propietarios de espacios públicos deben cumplir normas, no sólo del tipo sanitario o de seguridad, sino también civiles o relacionados al tratamiento de sus usuarios y consumidores.

En el caso particular de los lugares de esparcimiento nocturno, por un tema sobre todo de seguridad y/o salud pública, se comprende el ejercicio de ciertos criterios de exclusión, que se aplican como excepción a ciertos consumidores para denegar su libre ingreso.

Este criterio de exclusión selectiva, se basa en el universalmente reconocido “Derecho de Admisión” el cual se aplica en la mayoría de las naciones del mundo. El cual está orientado principalmente a preservar la seguridad y tranquilidad de las personas en los establecimientos públicos donde se ofertan espectáculos, actividades culturales, diversión, entre otras.

Este “derecho de admisión” se refiere a la excepción del derecho general al libre acceso a los lugares abiertos al público, bajo el objetivo de lograr seguridad, mantener el orden y evitar cualquier peligro sobre la clientela o las instalaciones.

Esto indica evidentemente que, en base a él, no se puede ejercer discriminación alegando razones raciales, sexuales, políticas religiosas o económicas.

No podrá tampoco aplicarse bajo un método aleatorio, arbitrario o “medalaganario”; deberá aplicarse de forma igualitaria para todos los consumidores y estar sujeto a las leyes del país.

Para la reservación de este llamado “Derecho de Admisión”, los propietarios de centros nocturnos deben también colocar letreros visibles en las puertas de sus locales, donde expongan los requisitos necesarios para acceder al lugar de una forma precisa, visible y detallada.

El desconocimiento de los derechos de los usuarios, sólo podrá sustentarse por razones como la posesión de actitudes violentas o cualquier otra razón que pueda poner en peligro la seguridad del local y la de su público, por el hecho de no tener la edad legal requerida, por estar borracho o bajo los efectos de otra droga, por no estar aseado o por tener una actitud demostradamente violenta.

Un caso singular y demostrativo en este tema ha sido el caso español, en el cual el “Derecho de admisión” está reconocido en el artículo 59.1.e) del Real Decreto 2816/1982, de 27 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento General de Policía de Espectáculos y Actividades Recreativas, extendiéndose su campo a todo tipo de establecimientos destinados al público, independientemente de que sean de titularidad pública o privada. Según el citado artículo "el público no podrá entrar en el recinto o local sin cumplir los requisitos a los que la empresa tuviera condicionado el derecho de admisión, a través de su publicidad o mediante carteles colocados en los lugares de acceso, haciendo constar claramente sus requisitos".

Sin embargo, como limitante de este “derecho”, La Ley de espectáculos públicos de Madrid, España, establece en el Art. 37 de las Infracciones muy graves que “Se consideran infracciones muy graves en materia de espectáculos públicos y actividades recreativas: (...) 14. El ejercicio del derecho de admisión de forma arbitraria o abusiva con infracción de las disposiciones que lo regulan. (…)

En República Dominicana, sin embargo, no existe una legislación específica sobre el tema y sus consecuencias, tampoco se conocen jurisprudencias significativas sobre las cuales extraer conclusiones y aprendizajes; pero, la aplicación de lo que llamamos una política caprichosa sobre admisión, sin ningún tipo de control o regulación por ninguna autoridad, ha causado numerosos dolores de cabeza, que no sólo afectan diariamente a cientos de usuarios y empañan la imagen de la industria del entretenimiento, sino que también han provocado hechos que lamentar.

La utilización arbitraria de criterios raciales (que no son los únicos) como motivaciones para ejercer derecho de admisión en clubes nocturnos de las zonas de altos ingresos de República Dominicana es algo ampliamente conocido y relativamente documentado.

Por ejemplo, hasta hace poco tiempo la Embajada estadounidense en el país ha prohibido a sus empleados y funcionarios que frecuenten aquellos lugares, específicamente el bar Loft, por aplicar una política de exclusión basada en criterios raciales, lo cual había afectado en ocasiones anteriores a ciudadanos norteamericanos de descendencia africana.

Desde hace un tiempo, las denuncias de discriminación en centros de diversión nocturna han llovido, a pesar de que no existen mecanismos concretos donde realizarse, quedando todas en la impunidad y el olvido, por la negligencia y la inacción de las autoridades

La muerte de la joven estudiante Pura Alexandra Núñez en la discoteca PRAIA de la ciudad de Santo Domingo a manos del portero del establecimiento, ha sido quizás la peor consecuencia de este tipo de “política” ejercida en base a la violencia y el abuso de poder.

Y es qué la discriminación es un acto de violencia psicológica, regularmente peor que la agresión física, que en ocasiones conduce a la violencia física.

El racismo, sin embargo, no es un anti valor exclusivo en propietarios de lugares públicos, ni se expresa únicamente en las discotecas, forma parte de un lastre histórico de cinco siglos, que surge en nuestro caso como expresión de dominación y sustento para la esclavización de millones de seres humanos forzosamente capturados y traídos desde el África subsahariana.

El racismo es un problema social y humano, presente en la mayoría de las naciones, con mayor o menor intensidad, en sociedades que fueron fragmentadas fuertemente durante los procesos de colonización, regularmente se asocia a criterios económicos o culturales.

Es un problema latente y serio en República Dominicana aunque no se manifieste quizás abiertamente. Ha sido documentado; aunque todavía se requiere una mayor profundidad en su estudio y particularización. Como fenómeno, no puede ni podrá manifestarse de igual manera en la sociedad norteamericana, brasileña o argentina que en la dominicana.

En el país, a diferencia de la mayor parte de sus homólogos regionales, nunca ha existido una política estatal de reconocimiento y combate al racismo y sus manifestaciones. Las políticas públicas y la opinión pública han persistido en el error de la negación, lo que ha hecho que la infección mute y perviva relativamente de forma asintomática (habría que ver).

La mayor parte de los dominicanos insisten en repetir la idea de que “aquí no hay racismo” sin embargo, regularmente asociación sus prejuicios a las personas de ese color. Las expresiones “maldito negro”, “tenía que ser negro”, “negro en mi casa el caldero”, “negro ‘e comi’a de puerco” o eso “eso no lo hicieron pa’ negro”, utilizados regularmente como chistes, expresan de forma jovial e involuntaria los prejuicios que yacen en el subconsciente y que asocian la negritud con la pobreza, la marginalidad, lo feo, la delincuencia, los malos modales, la brutalidad, etc.

Por eso, el tema de la discriminación racial en centros nocturnos, se convierte en un tema tan controversial y tan hiriente, porque se vuelve un tema de dignidad humana, de respeto a la integridad física y moral de las personas, que afecta además al grueso de los dominicanos y dominicanas; en su inmensa mayoría de raza negra o mestiza.

Resulta también sensible, porque se trata de un tema de simple regulación estatal, donde los Estados deben establecer normas básicas de convivencia, e instituciones que las hagan cumplir, pero el Estado dominicano, adolece lamentablemente de severos problemas de institucionalidad y una histórica tradición de desatender a los ciudadanos que se sienten indefensos antes los excesos del poder o del dinero.

Y es que además, los lugares públicos de propiedad privada, lugares que les sirven al público en general, no pueden ser manejados son casas o fincas. Deben seguir una serie de normas y criterios, que eleven su calidad ante todos los usuarios.

Es una tarea, por tanto, combatir la discriminación en todas sus manifestaciones, y el primer paso es ponerla en la agenda del debate público, su reconocimiento como problema social y la implementación de planes y medidas tendentes a enfrentarla.

Para el caso concreto de la discriminación arbitraria ejercida en los centros de diversión nocturna, que no es la peor, pero si una muy gráfica y sensible, pueden resultar efectivas las siguientes medidas:

1. La elaboración de una legislación especial o reglamento sobre discriminación aplicado a lugares públicos que establezca criterios o regule los espacios abiertos al público.

2. El establecimiento de mecanismos institucionales que permitan perseguir y sancionar este tipo de actitudes y acciones. Es preciso crear una experiencia de sanción que sirva como ejemplo en la prevención en estos casos.

Sin embargo, ninguna acción será efectiva, no sólo contra esta expresión de la discriminación, sino contra ningún mal social, si no existe un verdadero cambio de actitud, una voluntad política y ciudadana de enfrentarlos. Las bases institucionales del cambio, serán útiles cuando partan de la voluntad social y cuando los actores se empoderen.

La eliminación del racismo y de todas las formas de discriminación será posible, con un cambio de mentalidad, que se logrará con un sacudimiento colectivo que es además posible y necesario.